miércoles, 31 de agosto de 2011


En Taiji, Japón, capturan delfines (23.000 al año) con dos fines lucrativos. Por una banda , los venden por unos 140mil dolares cadauno para tenerlos en cautiverio en delfinarios y parques acuáticos. Este nuevo hábitat los estresa hasta la enfermedad al no poder preservar su sentido de la acústica entre 4 paredes cerradas ni poder recorrer los hasta 64 kilómetros que a mar abierto suelen recorrer .
El otro afán lucrativo ; ya que de una misma atacada acechan a centenares de delfines y solo unos cuantos son los elegidos para actuar de payasos en delfinarios , los demás son aniquilados para aprovechar sus filetes, filetes poco apreciados y de toxicidad alta en mercurio por lo que las autoridades los venden como filetes de ballena. El Gobierno no dice nada sobre esta toxicidad. Es más , avasalla a su población regalando filetes de delfín y culpando de la disminución de captura de peces a estos cetáceos. A nivel legal agasaja a países en desarrollo para que sus propuestas sobre caza de cetáceos ante la Comisión Ballenera Internacional , único órgano regulador al respecto, se aprueben a cambio de dinero e instalaciones. Es un status quo muy sombrío para los preservacionista de los delfines. Solo queda la lucha. Su principal líder es Rick O'Barry , ex- adiestrador de delfines arrepentido. Haberse creído estúpido durante toda su vida le honra.
El equipo de Rick, logra meter cámaras de manera encubierta y consigue difundir las imágenes de la matanza, matanza a base de cuchilladas. Puñetazo en la cara a los governantes japoneses. Ante la ocultación de la verdad, conocimiento de la comunidad internacionl. Mission acomplished. Ahora queda lo más difícil, machacar todo el entramado, reorientar intereses comerciales, la cultura en sí, ahí es ná. De momento las matanzas continuan en secreto.

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