martes, 21 de junio de 2011

Juana la Papisa

Los relatos sobre la papisa sostienen que Juana, nacida en 822 en Ingelheim am Rhein  cerca de Maguncia , era hija de un monje. Según algunos cronistas tardíos, su padre, Gerbert, formaba parte de los predicadores llegados del país de los anglos para difundir el Evangelio entre los sajones. La pequeña Juana creció inmersa en ese ambiente de religiosidad y erudición, y tuvo la oportunidad de poder estudiar, lo cual estaba vedado a las mujeres de la época. Puesto que sólo la carrera eclesiástica permitía continuar unos estudios sólidos, Juana entró en la religión como copista bajo el nombre masculino de Johannes Anglicus (Juan el Inglés).
En su nueva situación, Juana pudo viajar con frecuencia de monasterio en monasterio y relacionarse con grandes personajes de la época. En primer lugar, visitó Constantinopla, en donde conoció a la anciana emperatriz Teodora. Pasó también por Atenas, para obtener algunas precisiones sobre la medicina. De regreso en Germania, se trasladó al Regnum Francorum (Reino de los francos), la corte del rey Carlos el Calvo-
Juana se trasladó a Roma en 848, y allí obtuvo un puesto docente. Siempre disimulando hábilmente su identidad, fue bien recibida en los medios eclesiásticos, en particular en la Curia. A causa de su reputación de erudita, fue presentada al papa León IV y enseguida se convirtió en su secretaria para los asuntos internacionales. En julio de 855, tras la muerte del papa, Juana se hizo elegir su sucesora con el nombre de Benedicto III o Juan VIII. Dos años después, la papisa, que disimulaba un embarazo fruto de su unión carnal con el embajador Lamberto de Sajonia, comenzó a sufrir las contracciones del parto en medio de una procesión y parió en público. Según Jean de Mailly, Juana fue lapidada por el gentío enfurecido. Según Martín el Polaco, murió a consecuencia del parto.
La historia de Juana la papisa fue publicada por primera vez por el fraile Esteban de Borbón en el siglo XIII. Fueron muchos los que repitieron su historia hasta que en el siglo XVI fue puesta en duda por diversos teólogos católicos. En 1863, el teólogo e historiador católico Johann Dölinger emprendió una campaña para desautorizar la historia de la vida de Juana.
Sin embargo, en 1886 el escritor griego Emmanuel Royidios publicó el libro "La papisa Juana" y en 1939 el británico Lawrence Durrell lo tradujo al inglés.  
Desde el siglo XVI hasta el día de hoy, la iglesia católica ha negado la existencia de Juana la papisa.